La Luna es el satélite natural más grande en el Sistema Solar en relación al tamaño de su planeta, aproximadamente, un cuarto del diámetro de la Tierra
A pesar de ser el objeto más brillante en el cielo después del Sol, su superficie es en realidad muy oscura, con una reflexión similar a la del carbón.
La Luna es el único cuerpo celeste en el que el hombre ha realizado un descenso tripulado, hasta 7 veces el hombre ha alunizado, la última en 1972.
Como curiosidad, decir que, en 1953, el abogado chileno Jenaro Gajardo registró la propiedad de la Luna pagando 42.000 pesos de la época. Según sus propios dichos, el entonces presidente estadounidense, Richard Nixon, cumplió la formalidad de pedirle permiso para el alunizaje de la Apolo 11 en 1969, a lo que respondió afirmativamente. Sin embargo, en 1967 se firmó un tratado en las Naciones Unidas que prohíbe la compraventa de objetos exteriores a la Tierra.
Pero vayamos al tema, la Luna, al igual que la Tierra, realiza dos movimientos, el de traslación y el de rotación. ¡Pero qué casualidad que la rotación sea a una velocidad tal que siempre nos enseña la misma cara! La Luna tarda el mismo tiempo en dar una vuelta sobre sí misma que en torno a la Tierra, esto hace que el 40% de su superficie sea materialmente imposible de ver desde la tierra. Y así fue hasta 1959 cuando una sonda soviética la fotografió por primera vez.
Durante siglos los astrólogos se han preguntado el por qué, y más importante aún, ¿qué habría en el lado oculto? Una de las respuestas más originales que es escuchado nunca es que la Luna es un satélite artificial puesto por extraterrestres para observar la tierra y que, en la cara oculta, se esconde su base de operaciones.
Bueno, todo podría ser, pero hay otro motivo que parece, desde el punto de visto científico, más verosímil.: El efecto denominado “gradiente gravitatorio”.
Este fenómeno tiene su origen en la fuerza gravitatoria que la Tierra ejerce sobre la Luna y la Luna sobre la Tierra.
La masa de la Luna no es homogénea, es decir, no es una esfera perfecta, de forma que la intensidad de la gravedad que la Tierra ejerce sobre ella no es similar en toda su área. Esto hace que la superficie de la Luna con menor masa esté sometida a una fuerza gravitacional levemente inferior a la cara orientada a la Tierra.
Este fenómeno también sucede en la Tierra, aunque la masa lunar es insuficiente para impedir la rotación de la Tierra.
En realidad, la mayoría de los satélites presentan este fenómeno respecto de sus planetas.
Siendo más exactos, la Luna no gira en torno a la Tierra, sino que la Tierra y la Luna giran en torno al centro de las masas de ambas. Sin embargo, al ser la Tierra un cuerpo mucho mayor, la gravedad que la Luna ejerce sobre ella es distinta en cada punto.
En el punto más próximo es mucho mayor que en el centro de masas de la Tierra, y mayor en éste que en el punto más alejado de la Luna.
Al ser la Tierra sólida, la gravedad afecta más a las aguas causando las mareas suban y bajen dos veces al día.
Un efecto asociado es que las mareas frenan a la Tierra en su rotación y, dado que el sistema Tierra-Luna tiene que conservar el momento cinético, la Luna lo compensa alejándose 3 cm cada año como han demostrado las mediciones láser realizados gracias a los retro-reflectores que los astronautas dejaron en la Luna.
Por desgracia, la cara oculta no esconde la base de operaciones de unos extraterrestres, sino grandes cráteres, mucho mayores que en la cara visible, alguno de hasta 520 km de diámetro y la mayoría de ellos con nombre soviéticos debido a que fueron éstos los primeros en fotografiarlos.